Esta es la historia de un tipo que largó todo y se fue a navegar a bordo de un velero, en busca de una islita con palmeras. Durante la travesía por más de treinta países, aprendió una lección que no olvidaría nunca: la manteca puede durar diez días fuera de la heladera. El viaje soñado termina con el protagonista llorando en cuclillas por haber perdido su barco en medio del mar.
Un final demasiado triste para ser feliz.
Es por eso que el libro empieza desde ahí, y está escrito todo hacia atrás hasta el principio.
